Los días que vivimos en peligro

El 7 de marzo se festeja el día del hincha de Racing. Muchos saben que pasó ese domingo, pero hubo un antes, que otros ignoran o pretenden ocultar. Desde estás líneas, te invitamos a ejercitar la memoria para no volver al pasado.


No soy de creer en el "poder mágico" de la presencia positivista del hincha a la hora de analizar el juego. Si así fuera, y bastará con llenar estadios y pensar que todo va a estar bien, ¿para que invertir millones de dólares en Marcelo Díaz y Nery Domínguez, pudiendo jugar con Marcelo Meli y Arévalo Ríos? 

Todo lo contrario me pasa a nivel institucional: creo firmemente en el rol del socio para regular, controlar, exigir y acompañar la decisiones trascendentes en la vida del club en general. Ese poder si es tángible, y en nuestra vida racinguista, lo ví plasmado, como pocas veces, en ese 1999 que nos marcó para siempre. No sólo por la "rebelión de la angustia" del 7 de marzo, cuando la movilización genuina (no existían redes sociales para autoconvocarse), pusó el foco de atención del poder político en Avellaneda. También en ese año se evitó el remate de la Sede de Villa del Parque (12/08), y se "recuperó" lo que hoy todos conocen como el Predio Tita, en el mismo año en que ella se fue al cielo, para marcarnos el rumbo desde arriba. 

Todo desde el corazón, sin medir consecuencias, ni especular desde el bolsillo, lo puedo afirmar porque fuí testigo de esos momentos dolorosos de la vida de Racing, como periodista y como socio. Así y todo, hoy me preocupa se repase lo vivido, únicamente, desde la cultura de la resistencia y el aguante, sin revisar los motivos por los cuales Racing llegó a tener (también), un 4 de marzo de 1999, que se venía presagiando desde más de un lustro antes.

En ese sentido, lo primero a decirles a los más jóvenes, es que la "vieja chiflada" resultó ser mucho mejor para el club, que varios ex dirigentes que prometían un camino de rosas directo al paraíso y se embriagaban soñando con viajar a Japón (en esos años allí se jugaba la final intercontinental), mientras se multiplicaba el pasivo, se convertían en acreedores de privilegio y convidaban raciones generosas de champagne a los colegas, en plena cobertura de los partidos del primer equipo.

Pero hagamos un repaso (a grandes rasgos) de como se fue generando el deterioro de Racing Club en materia institucional. Tras tocar fondo en 1983, con la pérdida de la categoría y después de 2 años en el ascenso, se logró el retorno a 1° División en el plano fútbolístico (con un aporte decisivo de la famosa Comisión de Apoyo), pero con serios problemas económicos. Héctor Rinaldi asume como presidente en enero de 1986, después de ganar los comicios a fines de 1985, en medio de un caos importante: Racing estaba en convocatoria de acreedores y con cesación de pagos. Encima la reestructuración del fútbol argentino, impuso un "parate" de 6 meses en el reinició de los torneos, y se acentuaron los inconvenientes. 

Los años 86 y 87, pusieron en jaque la vida de la sede de Villa del Parque, recurso "elegido" a rematar para afrontar las deudas que se acumulaban. Fueron meses de acusaciones cruzadas entre el oficialismo y el gremialista Juan De Stéfano, aduciendo un golpe de estado en su contra, acompañado de reclamos judiciales y embargos casi a diario. A mediados de 1987, Rinaldi pide licencia y vuelve la Comisión de Apoyo al club, para iniciar un buen período, que desembocó en la asunción "formal" de De Stefano a la presidencia. Racing "acomoda" sus finanzas, reabre la parte superior de su estadio, inaugura un nuevo sistema de iluminación y logra la Supercopa. Parecía que el club se ponía de pie de una vez, sin embargo, las malas formas del mandatario, fueron alejando a la buena gente y comenzó una etapa de autoritarismo y negocios poco claros. 

En 1991, De Stefano se impone en las elecciones sobre el ex Secretario de Deportes de la Nación, Osvaldo Otero, en comicios de escasa transparencia. Poco quedaba ya del glorioso equipo de las temporadas 1987 a 1989, tampoco seguían dentro del club el grupo hombres importantes, que supo poner ingenio y dinero para revertir, al menos por unos años, una situación casi terminal. Para 1995, la deuda acumulada de Racing Club, superaba los 12 millones de dólares, de poco sirvió la última carta de un presidente "acorralado" por las denuncias de corrupción, que puso a Diego Maradona en el banco de la academia (con promesa de ponerse la celeste y blanca cuando cumpliera su sanción). 

La nueva conducción de Otero-Lalín-Ferrari, prometió sanear la institución. Rapidamente encargó hacer una auditoria, se lanzó una nueva convocatoria de acreedores y el monto global de la deuda, se bajó de 24 a 12 millones de la moneda estadounidense. 

Las palabras de la nueva CD incluían como "propuestas de campaña", un aporte importante de capital privados, la creación de un fondo de inversión para comprar jugadores de jerarquía y mucho énfasis en las divisiones inferiores. Una vez más comenzó la interna política feroz, y Daniel Lalín (encargado del fútbol) fue por todo de cara a las elecciones de 1997. Su "carta" era la de revolucionar el mundillo académico, se reunió con César Menotti en Italia y prometió "pagar la fiesta, pero después de ser campeones". En su pasó como hombre fuerte del fútbol (1995/1997), llegaron algunos refuerzos importantes (Rubén Capria y Marcelo Delgado como principales exponentes) y una cantidad muy superior de jugadores de escaso relieve, pero altísimo costo (Ragg, Viqueira, Echazú, y la lista sigue).

En medio de la pelea de egos de Otero y Lalín, con la salida del Vice 2°, Dardo Ferrari, el monto a pagar, ya había superado los 30 millones de dólares y la situación era de extrema gravedad. Sin embargo, apenas 4500 socios (sobre un padrón de mas de 12 mil) se acercaron a votar un 28 de diciembre de 1997. Como si fuera una broma por el Día de los Inocentes, con la irrisoria cifra de 2264 sufragios, una serie incontable de promesas excéntricas y el apoyo fuerte de los medios (que lo describían como un "personaje simpático"), el calvo empresario, al igual que su antecesor, se sentaba en el sillón presidencial con el sueño de ser EL presidente que sacara a Racing campeón en el ámbito local después de 30 años.

En el mientras tanto, el club ya tenía un síndico encargado de controlar las finanzas: Francisco Pérez Díaz, quien durante su gestión (?) acompañó el crecimiento de la deuda hasta los casi 65 millones de dólares que se acumularon cuando por Julio de 1988, se pidió la quiebra. Dentro de la causa, figuraban 14 millones que reclamaba el mismo mandatario solicitante, además de juicios de empresas "fantasma" vía Uruguay, particulares exigiendo pases de jugadores (¿se acuerdan de Marcela Bradich?), balances impresentables, vales de caja y pagarés "truchos" e incontables irregularidades más.

Lamentablemente, el "hincha" común no paso de eso, se esperanzó con el armado del equipo de Marchetta (que encaminó Brindisi a fines de 1995), creyó que tras la salida de Babington y la llegada del Coco Basile, la cosa podía funcionar  (casi se da con la semifinal de Copa Libertadores de 1997) y "compró" mucho de lo que le vendieron. La masa societaria fluctuaba de la mano de los resultados deportivos y pocos se comprometieron para impedir que, en apenas 4 años, el pasivo del club pasara de 14 a 64 millones de dólares. Finalmente, tras verificar los créditos, la deuda bajó a 34 millones y la salida llegó desde la política, con una ley de quiebra con continuidad que le permitió a Racing seguir con vida.

El resto de la historia es más contemporánea y conocida, pero aún hoy sigo con la dicotomía entre el orgullo de lo que el hincha genuino hizo para sostener al club, y la escasa participación en los años previos, cuando el final se veía venir.

De esos años queda la imágen de los tres presidentes procesados por administración fraudulenta (uno profugado durante meses); los comunicados del Juez Gorostegui, cada semana desde La Plata, anunciando, o no, el permiso para que el equipo jugara la fecha y hasta el nombre de Elena Margarita Mattiussi, como acreedora del Racing Club de Avellaneda, porque hasta a Tita la mandaron a la quiebra sin miramientos. 

Todo forma parte de nuestra historia, el combo viene completo, con lo bueno y lo malo: impacta positivamente el acto de amor que guió a 35 mil almas hacia el Cilindro ese domingo caluroso de marzo; y duele contar apenas 4500 socios comprometidos sufragando para decidir el destino del club, apenas un año y tres meses antes.
Lo importante es madurar para no repetir los errores de entonces. Que así sea.

Comentarios

Entradas populares