El verdadero valor de los clásicos
Se viene una nueva edición del clásico de Avellaneda, y con él, se abrió un debate interesante sobre la dimensión real del partido del sábado.
El cruce entre Racing e Independiente es, sin dudas, el enfrentamiento barrial más singular del mundo. Por la cercanía de sus estadios, porque no hay antecedentes de duelos zonales entre equipos con tanta gloria y tantos títulos en su palmarés; y porque ambos movilizan cantidades sustanciales de buena parte de la masa futbolera argentina.
En redes sociales, a través del boca en boca, mediante mensajes en audiciones de radio, los racinguistas han marcado posturas equidistantes con respecto al juego del sábado próximo. Algunos lo consideran un "partido más" dentro de los importantes, otra de las "finales" que deberá afrontar el equipo de Coudet de cara a definir el título de campeón de la Superliga. Otros (entre los que me incluyo), lo ven como EL partido que puede darle a Racing una porción enorme de la corona, muy lejos en trascendencia a cualquier otro, jugado o por jugar.
Está claro que, desde la matemática fría, Superliga otorga tres puntos al ganador de cualquier encuentro, sea Patronato o Independiente, el rival en cuestión. Sin embargo es difícil sustraerse del componente anímico que siempre deja a su paso verse las caras con el rival de toda la vida.
Saliendo un poco del duelo entre la Academia y el Rojo, pero aportando un ejemplo vigente y cercano, siempre me pregunte: ¿como hubiera continuado el exitoso ciclo de Marcelo Gallardo al frente de este River multicampeón, de haber caído en aquella semifinal de Copa Sudamericana ante Boca, en su cancha? ¿Fue indistinto para el mundo millonario, prevalecer en los mano a mano ante Boca? ¿Cuanto del carácter que aún hoy muestra River en los juegos directos de eliminación, se comenzó a forjar en esa noche de victoria clásica? Desde mi visión, hay un antes y un después de aquel partido, en cuerpo técnico y varios de los hombres que formaron parte de ese grupo (algunos hasta fin de 2018).
Sin ir más lejos, en el inicio del año que se fue, River era una "lágrima" en juego y resultados, hasta la noche de Supercopa, (una vez más), ante el Xeneize. Tampoco había mostrado credenciales de conjunto candidato en las etapas previas de las ediciones 2015 y 2018 de Copa Libertadores. Hasta me animo a decir lo contrario, siempre su camino fue de menos a más, pero con los duelos ante Boca, como mojón para el cambio positivo, que le permitió generar el convencimiento colectivo, que lo llevó a ser el mejor del continente.
Volviendo a la "nuestro", los últimos títulos logrados por Racing, tuvieron en la construcción de sus logros, golpes de efecto en partidos ante grandes, como para reforzar desde lo mental, el material con que contaban los entrenadores de turno.
Allá lejos y hace tiempo, en 1988, el equipo que conducía Alfio Basile, abrazó la conquista de la Supercopa, ganando la final ante Cruzeiro, en Belo Horizonte, en "batallas" de ida y vuelta marcadas por la paridad. Sin embargo, repasando las declaraciones de los protagonistas, la gran mayoría coincide en señalar la estoica semifinal ganada a River (en su casa y en el suspiro final), como EL juego, donde se produjo el quiebre y se supieron campeones, aún conscientes de que quedaban 180 minutos por disputar ante un rival de jerarquía. Pero la magnitud de eliminar a un equipo que un año y medio atrás, había sido campeón intercontinental, ya había generado internamente, esa sensación que solo viven los que están destinados a hacer historia.
Más acá en el tiempo, el inolvidable conjunto de Mostaza, supo mostrar una entrega conmovedora, hasta el cierre del cotejo ante Independiente, en su cancha, para empatar lo que parecía derrota. El gol agónico del Flaco Loeschbor, tuvo mucho que ver para que, un plantel aún en formación con el torneo iniciado, encontrase plafón desde lo mental, para cimentar una campaña impensada en lo previo.
En ese Apertura 2001 supo plantarse con autoridad y fútbol de alto nivel, ante el campeón vigente San Lorenzo. El muy buen equipo de Pellegrini sufrió una goleada poco habitual, y padeció en cancha (en una tarde lluviosa), al rival que con ese 4 a 1 empezó a creer en serio, en que podía destronarlo.
También supo caer ese grupo, fue en La Boca, ante el equipo de Bianchi que se preparaba para jugar la final intercontinental. Un 3 a 1 de miércoles (en todo sentido) doloroso, y que sembró algunas dudas, pero que tenía (a diferencia de la caída última en Núñez) un atenuante: el trajín de 95 minutos en cancha pesada, bajo la lluvia, en el trabajoso 3 a 2 sobre Estudiantes, en La Plata, apenas 72 horas antes.
En el horizonte cercano, se venía el River de Ramón Díaz en plena remontada, y esa tarde mágica en el Cilindro, Racing sacó coraje a falta de juego y cerca del final, dió el golpe empatando un partido que definía casi todo.
Ya en 2014 la historia es contemporánea para la mayoría: inicio con gran victoria ante el San Lorenzo titular de América y la controvertida caída en el Libertadores de América (con la famosa frase desafortunada de Cocca), en los dos clásicos de las primeras fechas del ciclo. Pero ¿cuanto tuvo que ver en todo lo que vino, esa victoria revulsiva ante Boca, en la Bombonera, en el reinicio del partido suspendido? Tuve la suerte de estar en ese jueves de resurrección trabajando en la cancha, y aún hoy sigo convencido que esa tarde/noche, marcó para siempre a CT y jugadores de cara a lo que vendría. Racing llegoó a abajo 1 a 0 al Estadio Alberto J. Armando, y con apenas un puñado de minutos para jugar sus cartas. Fue la tarde de Bou y los goles que dieron vuelta el resultado. En el tramo final del Transición, con Racing como voraz perseguidor del River de Gallardo, quedaba tiempo para el duelo mano a mano en Avellaneda. Esa noche los de Cocca, sin jugar nada bien, ganaron y saltaron a la punta del torneo.
Tal vez estos partidos señalados y su consecuencia para lograr los objetivos, pueda ser una casualidad para algunos y no hayan generado ese plus. Yo elijo creer que imponerse en esos juegos ante rivales clásicos, fueron (en los tres casos), causales directas del título obtenido. Por ese motivo le doy una valoración extra al juego de este fin de semana, porque este plantel (no coincido en cargar sobre el DT como único responsable) necesita dar un golpe de esa envergadura. Porque aún quedan dentro del mismo, protagonistas de las frustraciones del 2° semestre de 2017 y varios fueron parte de un 2018 en el que no se alcanzó ninguno de los objetivos planteados.
Apenas el triunfo ante este San Lorenzo (colista de Superliga), con suplentes, suena a poco a la hora de medir el carácter de un grupo. El resto de los cruces ante grandes, fue con empates ante Boca y River (8° fecha Superliga e ida 8° final de Copa Libertadores, respectivamente), y las 3 caídas ante los de Gallardo.
Apenas el triunfo ante este San Lorenzo (colista de Superliga), con suplentes, suena a poco a la hora de medir el carácter de un grupo. El resto de los cruces ante grandes, fue con empates ante Boca y River (8° fecha Superliga e ida 8° final de Copa Libertadores, respectivamente), y las 3 caídas ante los de Gallardo.
Valoro y respeto el camino recorrido hasta acá por plantel y cuerpo técnico, son números de una gran campaña, que encontró, en el fantástico andar de Defensa y Justicia, el único motivo para no estar hoy, "disfrutando" de un tramo final de torneo con ventaja tranquilizadora. Creo también que lo que suceda en Avellaneda, este sábado a la noche, marcará el devenir del equipo de Florencio Varela. En lo que a la temporada de Racing respecta, estoy convencido que la manera de concluir los procesos, a la hora de la verdad, es lo que termina definiendo la calidad del trabajo realizado. Puede sonar cruel, pero en el deporte de competencia, la historia recibe a los que ganan.
La forma en que el Racing de Coudet se plante en el clásico, será un mensaje para propios y extraños. Si lo hace con las armas que lo llevaron a cosechar 45 unidades, y lo sostiene con convicción y entrega, seguramente será una noche con sonrisas. Si repite la pálida imágen de los cruces de agosto y febrero, ante River, la consecuencia puede ser fatal desde lo futbolístico.
Ojala el 23 de febrero, marque en la memoria del hincha académico (como en los casos señalados más arriba), un antes y un después, en el camino para alcanzar el objetivo.
Ojala el 23 de febrero, marque en la memoria del hincha académico (como en los casos señalados más arriba), un antes y un después, en el camino para alcanzar el objetivo.
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