La Fiesta Inolvidable

Racing se quedó con el clásico de Avellaneda. Se impuso por 3 a 1 de visita, con goles de Donatti, López y Zaracho y quedó puntero en soledad.


No era un partido más, las palabras aún en caliente de Gabriel Arias, reconociendo el alivio de "sacarse" el peso de fallar en los partidos clave, eximen de mayores comentarios. Pero no solo por el valor que tiene todo clásico, sino por el momento de definición del torneo, que lo mostraba en la previa, al equipo de Coudet con cima compartida junto Defensa y Justicia.

Y no es esto último un dato menor: se notó en todo el equipo de Holan, una ansiedad desmedida, casi al borde del desequilibrio (mucho tuvo que ver en el desenlace del juego), por "amargarle" la posibilidad de coronarse a su rival de toda la vida.

Pero, con las revoluciones más bajas, analicemos lo que pasó, en algo más de los 100 minutos de partido. Las propuestas en lo previo eran claras: Racing con su esquema habitual y la receta de la tenencia como premisa para manejar el ritmo y lastimar desde el juego asociado; Independiente apostando a la presión en zona media, para salir rápido con tres ligeros arriba, intentando meterle intensidad y vértigo en cada sector del campo, para incomodar al rival.

De movida, se acomodó muy bien el 11 del Chacho, y a los 3 minutos generó la única jugada de pases, circulación y llegada clara jugando corto y por abajo: fue remate cruzado de Lisandro y salvada (la única) de Campaña. De ese manotazo del uruguayo, devino el tiro de esquina con gol compartido entre el Flaco Donatti y Burdisso. A diferencia de clásicos pasados, Racing pegaba de entrada, cortaba la intención del rojo de meterse rápido en campo rival y silenciaba el Libertadores de América. 

Duró 15 minutos ese manejo atildado de la academia en la zona de gestación, ajusto marcas el equipo de el profesor y empezó a mandar en el trámite. En ese lapso, apareció por duplicado la figura de Gabriel Arias para "bancar" el 0 en su arco. Independiente extraña horrores a su hombre gol, y no encuentra (aún hoy) quien ocupe ese sitial a la hora de terminar las jugadas. En ese pasaje adverso, Racing se aprovechó de ese déficit, para sostener la ventaja parcial.

El rojo corría mucho, presionaba alto y dejaba espacios a sus espaldas, Racing pudo sacar más ventaja en dos contras muy claras, mal manejadas en el último pase, por Zaracho y Cardozo, respectivamente. A partir de los 35 el dominio del local se hizo más evidente, los de Coudet la perdían muy rápido y nadie podía hacerse del balón e imponer pausa; encima sufrió la baja de Leo Sigali, que chocó duro su cabeza con la del chileno Pablo Hernández, y Nery Domínguez se metió en la cueva. 

En ese tramo de partido, hasta el cierre de la primera larga mitad y los 5 de inicio del complemento, se vió la peor cara de Racing. Perdiendo los duelos individuales por las bandas (sobre todo Saravia por derecha), desbordado en la segunda pelota, sin reacción y por eso no extrañó que Gaibor (entrando como 9), empatara tras centro de Verón. Tuvo otras claras Independiente antes del cierre y para el líder del torneo, el descanso fue un bálsamo.

No se modificaron las posturas en el inicio de la etapa final, al contrario, el local salió con el envión de la igualdad a llevarse puesto a Racing. Sin embargo, ese vértigo que se transmitía de afuera hacia adentro, le terminó pesando a algunos jugadores de Independiente, y llegó el error de Franco para torcer la historia del juego, cometiéndole un penal infantil a Cvitanich, en el momento más complejo del juego para la visita. Lisandro lo cambió por gol ejecutando con categoría, y el partido se rompió definitvamente.  Colaboró mucho Holan "corriendo" a Cecilio Dominguez hacía la posición de 9, porque el paraguayo era lo mejor de su equipo por la banda, y le costó sostener el rendimiento como interno.

Racing entendió que no sería su noche para jugar y se puso el "overol", levantó Díaz en esa pelea de la zona medía, Domínguez se acomodó al menos como para darle una mano en cuidar algo la pelota, y Lisandro empezó a aparecer por todos lados para marcar el camino de como había que jugar lo que quedaba. Pudo claramente empatarlo el local, de hecho fue su mejor juego en 2019, pero entre Arias y sus intervenciones (el mano a mano a Cecilio Domínguez fue fantástico) y la falta de puntería de los delanteros rojos (el gol que erra Benítez apenas 4 minutos después del 2 a 1, pudo cambiar la historia), se fueron consumiendo los minutos de cierta lucidez del rojo.

Metió mano Coudet, saltó Solari al campo por Cardozo (era apenas inició el segundo tiempo) y eligió, equivocadamente, defender con más gente en la zona de lucha haciendo ingresar a Julián Lopéz por Cvitanich. Racing decidía desde su DT, apostar a defender con más gente, que intentando la contra. Para acompañar en alguna posible "aventura" de cara a Campaña a Lisandro, Matías Zaracho se ubicó como un media punta, aunque todos estuvieron abocados a la tarea de ayudar a recuperar y hubo escaso juego en el complemento.

En el cierre, Holan pobló la ofensiva con más hombres de ataque con el ingreso de Silvio Romero, y mandó a Burdisso y Figal a meterse en el área para tirar centros desde donde sea. El juego ganó en dramatismo y emotividad, pero el derby se quedó vació de fútbol. Como si fuera una escena guionada, solo quedó tiempo para la corrida épica de Lisandro (increíble con 100 minutos encima, a puro sacrificio y con casi 36 años), que terminó con el gol del negrito Zaracho. Fin del partido y principio de la fiesta en la mitad celeste y blanca de Avellaneda.

Racing hizo gala de una efectividad que el Rojo viene extrañando hace rato, y en parte le devolvió algo de lo que sufrió en noviembre de 2017, cuando cayó por la mínima en el último clásico disputado en el Cilindro, dilapidando varias situaciones (dos remates en los palos incluídos) y dejando ir los tres puntos por un error grave de Vittor.

Aspero, intenso, friccionado, altamente emotivo y con poco juego, tal vez por eso resalte más la victoria de este Racing. Porque el equipo de Coudet viene haciendo gala de un juego vistoso, ofensivo y de mucho control a partir de manejar la pelota; y le costaba mucho sacar adelante los trámites, cuando el rival lo llevaba a otro terreno. 

Anoche no pudo jugar (hay mérito del rival), pero con Lisandro López como ejemplo, supo ponerle el cuerpo a la pelea, y si bien, no defendió bien (y en varios momentos fue superado), se apoyó en Arias para saber sufrir, y en la experiencia y categoría de sus dos delanteros, para sacar renta máxima de los detalles, esos que te pueden convertir en campeón, ganando esta clase de partidos.

Quedan aún cinco "finales", que no serán fáciles, pero desde lo anímico, este triunfo puede ser el envión que plantel y CT necesitaban para reafirmar la muy buena campaña, dando un golpe de efecto que puede ir más allá de Avellaneda. El tiempo será testigo, lo cierto es que Racing cierra un febrero determinante (por seguidilla de partidos y visitas "clásicas") sosteniendo la cima del torneo y con la confianza en suba para encarar la recta final. 

En el mientras tanto, se viene el juego ante Corinthians por Copa Sudamericana, una hermosa chance de seguir creciendo en el plano internacional y soñar con un 2019 plagado de sonrisas.

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